1. Lavarse los pies diariamente con agua templada y un jabón neutro. La duración del baño no debe ser mayor de 5 minutos, ya que puede reblandecerse la piel sana y producir maceración. Secarlos bien con una toalla suave, especialmente entre los dedos.
2. Para suavizar la piel y mantenerla
hidratada, se puede aplicar, después del secado, una crema emoliente
mediante un masaje ligero. Nunca se debe aplicar pomada entre los dedos.
En personas con sudoración excesiva puede sustituirse esta medida por
la aplicación de una solución alcohólica de cloruro de aluminio.
3. Los calcetines deben cambiarse a
diario, no deben apretar y preferentemente deben ser de fibras naturales
(algodón o lana). Las fibras artificiales aumentan y concentran el
sudor con el correspondiente aumento de humedad mantenida durante horas
en sus pies.
4. El calzado tiene que ser
transpirable (de piel). Debe ser ancho, cómodo, que proteja de los pequeños traumatismos. Con el aumento de la temperatura los pies tienden
a hincharse y si su calzado es inadecuado el riesgo de roce y la
aparición de ampollas aumenta. Si es preciso, alternar lo máximo posible
los zapatos y no llevarlos humedecidos por el sudor.
5. No andar descalzo, sobre todo en piscinas, ya que existe riesgo de contaminación por microorganismos patógenos.
6. Es aconsejable airear los pies y hacer baños de sol.
7. Después de realizar cualquier ejercicio físico, volver a lavar y secar meticulosamente los pies.
8. Examinar los pies detalladamente todos los días (durezas, callosidades, grietas, heridas).
9.Cortarse las uñas regularmente, limar los bordes para evitar heridas.
10. Consultar con su Podólogo ante cualquier herida o afección en sus pies y si tiene necesidad de cuidados regulares.
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